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Mi desierto no tiene arena
porque no hay zapatos que la traigan;
en mi desierto hace frío,
porque el sol hace tiempo que ya no se ve.
Pero sí hay una cosa: un oasis,
imágenes de antes que se oyen,
los gritos, las risas, las horas,
los juegos de niños y niñas, de los pequeños
y grandes, pero vidas al fin que llenaban
de polvo y arena
también de sonrisas
este vacío.
En mi desierto
no hay plantas,
pues morirían de añoranza.
En mi desierto
hay silencio
y las voces son solo recuerdos:
de niños y niñas hablando en la entrada
pintando de risa el entorno,
el llanto de las primeras semanas
y el trasiego de los profesores,
pero, al fin y al cabo, aquello era vida,
y para mí lo era todo.
JèssicAyala, directora de Kids&Us Pineda de Mar
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